Vives con el riesgo de que
alguna vez suceda, de que la muerte, mi muerte, se produzca, y
entonces todo regresará al orden que has previsto poco después
de conocerme, cuando estuviste obligada a compartir aquello que nunca
debiste haber revelado a ti misma: el hecho de amar a alguien puede
destruirte, puede transformarte y, por esa razón, rehúyes
mi boca con mayor frecuencia, sin decirme nada.
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