miércoles, 28 de octubre de 2015

Live songs, de Leonard Cohen

Un disco eterno por su sobriedad y por su lirismo




  Su música es tan esencial en este trabajo que la emoción reside en esa elipsis continua que representan canciones como Bird on the wire. No hay un trabajo orquestal que configure una retórica de excesos como en posteriores discos, sino que Leonard Cohen se deja llevar por los derroteros de un lirismo sediento de aspereza y de silencio; sus evocaciones surgen a partir de la ausencia barroca de las manidas intenciones del rock o del pop.

  En Live songs todo parece sencillo e inmortal a la vez y es ese binomio donde se descubre al genio, a la personalidad, aunque su voz no tenga aún ese tono grave que ahora exhibe como marca. Lanzado en 1973, cada canción es una breve historia de sí mismo, una experiencia compartida de lo desgraciada y hermosa que puede ser nuestra existencia. Visiones, himnos, versos y sentencias lapidarias construyen una semántica que se caracteriza por un regusto country, por algunas connotaciones a canciones francesas y por una exigencia de la austeridad que solamente se rompe una vez en ese canto coral que es Please don´t pass me by.

  Es necesario retomar algunos de estos primeros trabajos de Leonard Cohen para descubrir esa interminable elegía que significa su obra en estos tiempos donde la música anda tan corrompida como la literatura. Live songs es un acto irreverente, de protesta, frente a tanto producto musical manufacturado, un homenaje al saber trovadoresco que jamás se perdió en algunas voces de los setenta.

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