Todo lo que crece bajo la tierra
ha girado alguna vez sobre sí mismo,
como el cuerpo de la anciana y su dócil frente,
quien pisa sobre esos restos
no sabe esconder sus pensamientos,
suele avanzar hasta la cima,
y aguarda a que la señal sea propicia,
caiga al pozo el graznido,
y acabe el último de los bautizos
de ese domingo.
Ha girado sobre sí mismo alguna vez
el cuerpo de la madre, cosida su boca,
y quien pisa sobre esos restos
no puede callar y al llegar a la cima
saca el ungüento y se unta los párpados
porque ha de apagar la luz
que tanto lo entretiene,
la soga cae al pozo y tiembla su pie izquierdo.
Los bautizos concluyen
con la lenta procesión
y una ofrenda a los muertos de Dowry.
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