Epistolario inédito de Vicente Aleixandre a Miguel Hernández
Nadie puede dudar de la labor de orfebrería que el filólogo Jesucristo Riquelme ha realizado en sus múltiples artículos, reseñas y ensayos de la obra del poeta Miguel Hernández; sin embargo, esta edición del epistolario inédito de Vicente Aleixandre a Miguel Hernádez y Josefina Manresa, a cargo de Espasa y la Diputación Provincial de Jaén, demuestra que los críticos también maduran y que la labor divulgativa de sus análisis no está reñida con una sensibilidad literaria extrema, como es el caso de este trabajo elaborado por Riquelme.
Muchas de las reseñas que se han publicado sobre esta serie de cartas redundan en la relación afectiva que existió entre un Aleixandre paternalista y un Miguel Hernández que apenas disfrutó del éxito de El Rayo que no cesa porque repentinamente su vida se convirtió en una lenta derrota al acabar sus días en un periplo de cárceles.
Lo que destacaría de este trabajo no es sólo el valor crítico que tienen estos pensamientos íntimos, retazos costumbristas y profundamente humanos que la presencia y ausencia de Miguel Hernández infligen en la vida de Aleixandre y Josefina, sino también esos matices literarios que Jesucristo Riquelme introduce en una prosa asequible, sigilosa, pues parece no desvelar nada, pero desvela todo, descubriendo al Aleixandre poeta, poeta transcendente, y al hombre empático y comprometido con el creador oriolano, incluso después de la desaparición de éste.
La contextualización, la plenitud de detalles generacionales, el análisis del esteta Aleixandre como poeta de la consumación de un grupo y una época no se habían visto en mucho tiempo en otros estudios sobre el 27. El aparato crítico y los pormenores que Riquelme describe para comprender la razón y la escritura de estas cartas son el síntoma de esa madurez del crítico, la plenitud de una evolución en los estudios hernandianos, sin duda. No me sorprende tanto el valor del epistolario en sí, sino cómo ha sido editado y analizado este trabajo para que unos textos sencillos, llenos de afección y ampulosos en ocasiones por el sentimentalismo, se conserven dentro de un marco teórico que los convierte en un testimonio único, por no decir, inaudito.
Enhorabuena, Jesucristo.
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