Pablo Iglesias |
Lo triste de este país es que hay demasiados medios que se alegran de la caída de Monedero, porque vislumbran así el ocaso del partido que el gurú representaba. Lo triste de este país es que hay demasiados medios que saben que, con esta caída, tienen más posibilidades de seguir comiendo de la mano que mece la cuna desde hace décadas.
Hay algo trágico en esa dimisión del ideólogo, pero también hay algo ejemplar de lo que ni el PP ni el PSOE van a tomar nota. Los dos grandes partidos de este país siguen pensando que las siglas son demasiado importantes para caer de buenas a primeras y que, teniendo diputaciones y legiones de trabajadores en ayuntamientos, podrán conservar sus feudos.
Lo triste de este país es que las radios me despierten con una alegría inusitada porque han visto en las discrepancias de Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero ese relato literario que enfrentó continuamente a Kafka con su padre. Pero lo verdaderamente kafkiano es que las encuestas sigan premiando al bipartidismo y que, en este país, haya miedo al cambio. Es cierto, en este país se podría vivir aún peor que en Grecia, pero tened por seguro que, si este país sigue a flote, no es por sus políticos vitalicios, sino porque hay demasiada gente que pierde y se esfuerza para que otros no hagan nada, salvo adiestrar a sus periodistas como correveidiles.
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