sábado, 10 de octubre de 2015

¿Por qué Leo Messi es uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol?



  Seguramente el Barça pierda los tres títulos a los que aspira esta temporada, pero en la noche del miércoles, Leo Messi demostró que Mozart también es posible en el fútbol. Su aparente espontaneidad, tras la que se oculta el talento y la filigrana para que escandalosamente vibremos, sólo es posible a través de sus botas, espuelas de un diablo predestinado a marcar la diferencia y a dejar claro que el fútbol no debe ser monótono por muchos goles que se marquen y por muchos títulos que gane un club.

  El fútbol es emoción más que rigor, más que triunfo, más que un récord, aunque Messi los haya batido todos. Lo que hace a este jugador excelso es su capacidad para pedalear con el balón pegado a las botas sin dejar de mirar a la portería, su falsa humildad que adiestra inteligentemente para ser explosivo en menos de un segundo y regatear a cualquier defensa como si danzara el propio Fred Astaire sobre una nube, su valor para manejarse por cualquier rincón del campo como si en él fluyera una clase de serenidad malévola que se transforma, cuando menos lo esperas, en una eficacia tenaz, furibunda y atávica que recuerda al mejor Di Stefano.

  Lo que hizo la otra noche Leo Messi es algo parecido a un verso suelto de Neruda. Mientras otros se empeñan en batirse contra sí mismos y romper todas las marcas, hay alguien que nos hace soñar, que hace que el fútbol sea líricamente inagotable y tan seductor como la mano de Dios. Hay una pulcritud camaleónica en Leo y una versatilidad desbordante que convierte a este juego en una sinfonía mientras otros siguen creyendo que el talento está solamente en producir más y más música de corte. Como Salieri.

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