He sido feliz entre los católicos y lo sigo siendo. Fui de los alumnos que recibió clases de Religión en la EGB y en el BUP. Como docente, descubro que la orientación de la asignatura sigue alejándose de una materia que podría tener otras virtudes, otros contenidos. Zapatero no se atrevió a quitar esta asignatura de las aulas y lo complicó todo, colocando una Educación para la Ciudadanía en la ESO, que eliminó horas valiosísimas de Filosofía en Bachillerato.
Soy partidario de que se estudie el hecho religioso como un hecho antropológico y cultural en las aulas, pero no estoy a favor de la motivación pedagógica y moralizante de la disciplina tal y como se imparte en los centros, públicos y privados. Encuentro, a lo largo de estos años, que los alumnos llegan a mi asignatura de Lengua y literatura con grandes carencias de conocimientos históricos y sociales relacionados con la propia evolución de lo religioso en Europa y a través de sus manifestaciones artísticas.
El conocimiento sociológico de la Edad Media o la interpretación de autores como Kafka pasan por conocer algunos mitos bíblicos, por haber leído el Antiguo Testamento, por reconocer la figura de Cristo dentro del saulismo, y estos aspectos de transcendencia significativa para ampliar el horizonte intelectual de los alumnos apenas existen en esos adolescentes que reciben clases de Religión. Tampoco en los de Ética. Creo que es necesario un conocimiento de la historia de las religiones y de toda la mitología bíblica que configura nuestro presente cultural y artístico.
Me preocupa enormemente el desconocimiento sobre los textos sagrados, porque los alumnos son incapaces de interpretar la profundidad de los temas que se alojan en una obra literaria por ejemplo o en algunos presupuestos filosóficos. La asignatura de Religión no puede ser una clase de catequesis, amparada en la moralina que aprendieron nuestros abuelos, sino que debería ser una clase para conocer la historia de los textos bíblicos, los mitos fundacionales de nuestra cultura y nuestra tradición, así como el de otros credos. Pero la Curia no contempla estos derroteros ni los ministros que hemos tenido a lo largo de estos años, pues intereses ideológicos se han antepuesto a una educación formativa de verdad.
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