sábado, 10 de octubre de 2015

Al otro lado, de Maurice Sendak, un cuento fantástico



  De nuevo acierta la editorial Kalandraka publicando la cuentística de Maurice Sendak, uno de los autores que mejor han logrado traspasar esa frontera del cuento tradicional para adentrarse en un realismo mágico que refleja los problemas de la identidad y de la pérdida del otro. La necesidad de escapar del mundo para explorar una realidad difusa en la que la felicidad se basa en lo imprevisible es la constantes de su obra.

 La biografía del autor no está exenta de la enfermedad durante la infancia y de una visión contemplativa de su propia soledad hasta los últimos años de su vida. La incertidumbre acerca de un mundo irreal que permanece oculto tras lo cotidiano define la exquisita composición de sus cuadros e ilustraciones. De esa forma, sus textos son hilvanados bajo el flujo de un sueño inquietante que insiste en la tradición romántica, pero que no excluye una recelosa ambigüedad; nada es lo que parece y, detrás de la infancia, hay un simbolismo profundo de continua desprotección.

  Al otro lado es una metáfora de esa duplicidad; todo puede ser leído y contado como una fábula con una moraleja aleccionadora, pero sus ilustraciones y el tono de una prosa que juega continuamente con la polisemia y los dobles sentidos nos conducen a una realidad poética tan personal como universal.Donde viven los monstruos y Al otro lado son evidencias de que la fantasía es una necesidad, pero a veces no nos permite rescatar aquello que hemos perdido, a aquellos que deambulan bajo la protección de los espíritus y los recuerdos.

  Girasoles, un cuerno mágico, duendes, una figura de hielo, un viaje hacia atrás, por ejemplo, son algunos de esos símbolos que reconstruyen el intranquilo sueño de la nostalgia, pues "nostalgia" es, en griego clásico, "regresar" y esa sensación de regresar a un tiempo reconocible, pero inexistente, es lo que Sendak construye en su relato; un escapismo tan imaginativo como esa realidad que no nos atrevemos a escrutar, pues allí se aloja lo imprevisible, la verdadera felicidad que supone huir del miedo, de ese miedo que nos hace ser conscientes de la muerte: "La imprudente Aida, que no miraba nunca, no encontraba las cuevas de los ladrones, hasta que le llegó, desde alta mar, el canto de su padre marinero: Aida, estás volando al revés, ¡date la vuelta de una vez! Cautívalos con tus aires musicales y detendrás las fiestas nupciales".

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