lunes, 18 de noviembre de 2013

Wikileaks, Snowden y Poliktovskaya

Mi reflexión en Mundiario sobre Snowden y Wikileaks.

Wikileaks Truck at The New York Times
Fotografía | Fuente: Wikileaks Mobile                                        Reflexión | Fuente: Mundiario

    Existe una tendencia manifiesta a que una noticia se procese dentro de unas convenciones propagandísticas que alejan su contenido de su marco referencial, es decir, de la realidad misma que ocupa en la actualidad.

     Los casos de Wikileaks y Snowden justifican la adulteración de algunos medios ya que el debate moral de cuanto significan los dos ejemplos no existe. La noticia dedica más espacio a la vicisitud que al motivo, más tiempo al show que a la puesta en crisis de las instituciones. La busca y captura, el destino de los actores de esta noticia, la persecución y las detenciones, la aventura misma de polis y cacos, durante estos meses, ha alejado a los periódicos e informativos del valor real de las filtraciones, del Gobierno como difusor del espionaje y el cuestionamiento de la libertad de expresión dentro de las democracias.

   Snowden y el promotor de Wikilieaks se han convertido en personajes propios de una portada para Time o Vogue por la carnavalización de muchas de las informaciones que redundan en tópicos biográficos y en lo accidental de sus huidas antes que en la brecha institucional y moral que han simbolizado sus actuaciones.

   La frivolización mediática ha hecho del héroe un personaje y, de su sacrificio, una historia anecdótica propia de un Gran Hermano. En otros casos, la cosa ha sido más grave.

Un recuerdo a Anna Poliktovskaya:
¿Quién se acuerda de Anna Poliktovskaya? La periodista rusa, que murió de un balazo, puso en crisis las directrices políticas del Gobierno de Putin con obras tan significativas como su Diario Ruso o Un pequeño rincón del infierno: crónicas desde Chechenia.
Los medios han olvidado que su valentía y su coraje significaron mucho más que Wikileaks y que las revelaciones de Snowden.
Lo que Poliktovskaya hizo fue denunciar, luchar y publicar en un país donde la libertad de expresión es un estigma para el que la ejerce, sin huida, sin asilos y sin un respaldo significativo de la prensa internacional.
Mi mente está en las obras de Politovskaya, Snowden es flor de un día.

2 comentarios:

  1. La llegada del héroe Snowden, éste ha sido un acto emocionante, épico.
    Los espectadores de todo el mundo hemos visto nacer a un nuevo héroe mítico salido de la nada.
    Un joven héroe que enarbolando la bandera de la verdad y la justicia se ha enfrentado cara a cara con los malvados gigantes que nos acechan.

    Poco ha importado que su inigualable gesta se parezca más a un telefilm fruto de la imaginación de un guionista de serie B americano, que a una realidad lógica y tangible.
    Por lo visto, todos nos lo hemos creído.Porque de hecho, todos queremos creérnoslo.Es más, necesitamos creérnoslo.

    La realidad es demasiado dura si no existen Robin Hoods. Si no están ahí, necesitamos que alguien los invente. Solo así puede comprenderse que nos traguemos sin dudar la historia de Edward Snowden.

    Porque el hecho de que un consultor tecnológico de segunda categoría, con una formación académica más que discreta, tenga acceso a informaciones clasificadas tan sensibles como el funcionamiento del programa PRISM, debería resultar como mínimo, algo sospechoso.
    Pero más sospechoso aún, resulta el hecho de que este consultor de segunda categoría con baja formación, pueda extraer esa información sin ser debidamente monitoreado por los propios programas y organismos de control.

    Es curioso: si Edward Snowden trabajara en un centro de la CIA o la NSA y decidiera, por ejemplo, robar una grapadora de una de las oficinas, es muy posible que tuviera problemas al cruzar los arcos y controles de seguridad que sin duda hay en estos centros.

    Sin embargo, nuestro héroe fue capaz de robar grandes cantidades de información sensible para la seguridad nacional norteamericana y ni el propio programa PRISM pudo detectarlo.

    Y eso que PRISM es capaz de monitorear correos electrónicos, vídeos, chat de voz, fotos, direcciones IP, notificaciones de inicio de sesión, transferencia de archivos y detalles sobre perfiles en redes sociales.
    Sin embargo no es capaz de detectar a un consultor de la NSA abriendo, copiando y extrayendo archivos sensibles sin permiso…curioso, ¿no?

    Ojalá la historia de Edward Snowden sea verídica, pues resulta heroica y abre grandes puertas a la esperanza.
    Pero quizás no deberíamos ser tan crédulos, ni siquiera con argumentos tan bonitos y gratificantes y deberíamos dejar un espacio para la duda razonable.

    Sea como sea, este primer acto de la obra ha tenido claras consecuencias: la destrucción a escala internacional de la imagen y la credibilidad de los Estados Unidos y de su presidente Barack Obama.

    Y ello ha venido acompañado de brillantes y convincentes interpretaciones por parte de grandes actores secundarios, encarnando el papel de líderes mundiales indignados, como François Hollande, Angela Merkel o Dilma Rousseff.

    Fuente: Gazzetta del apocalipsis

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  2. Lo he leído y me ha encantado; gracias, muchas gracias.

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