Los vientos del tiempo, cargados de polvo,
la arrodillaron. El nieto selló entonces
con barro los párpados de la abuela,
sobre cuyas manos agotadas crece ahora el hinojo.
(Unos versos dedicados a mi abuela, que era la literatura).
Fotografía | Fuente: Luis García Pérez |
un buen poema, un gran homenaje, un sentimiento de hombre honesto con el amor recibido
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