Anoche que caíamos sobre la hojarasca y el viento, sin levantarse apenas, aún cimbreaba las agujas entre los árboles. Anoche que caí de la piedra, a lo lejos, un hombre rasgaba las cortezas y, antes de caer yo sin ti, sin el hombre, pudo alguien susurrarme: Raquel, el hielo, los pozos, el manto de hierba amarilla.
Fotografía | Fuente: Luis García Pérez |
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