La escritura no expresa todo lo que sentimos. Pero, en ese vano intento de superar el objeto, el nombre del objeto, reside la literatura, su inquebrantable poder simbólico. El oficio del chamán es introducir al dios en la tribu, lo innombrable en la palabra. Confieso que lo vivido no es la escritura. La escritura es lo no vivido, lo que resta de la experiencia y me permite sobrevivir. Existimos porque fuimos invocados.
Fotografía | Fuente: Adriano Agulló |
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