sábado, 16 de noviembre de 2013

Libros desde China y Asia

Mi reseña en Global Asia Magazine sobre Cartas desde Iwo Jima, de Kumiko Kakehash. Barcelona, El Andén, 2007.


     Los americanos preveían tomar la isla de Iwo Jima en un máximo de diez días a través de una operación denominada “Aislamiento”. La resistencia extrema de las fuerzas japonesas durante casi un mes contra Estados Unidos es el motivo que inspira la obra de Kumiko Kahehashi, caracterizada por esa heterogeneidad de discursos donde la epístola, el lirismo de algunas descripciones y el estudio etnográfico de la isla (antes y después de la batalla) logran que el ensayo adquiera un tono elegiaco al mismo tiempo que épico. Los soldados japoneses y la figura del general Kuribayashi son elevados a la categoría de héroes, que, conscientes de su inferioridad numérica y de la decadencia de sus infraestructuras, sabían que jamás regresarían victoriosos a su hogar.

   El escenario de la guerra que se describe en Iwo Jima a través de informes ministeriales, documentos y testimonios orales de algunos supervivientes es la de una muerte anunciada, lenta, con voluntad suicida, donde la escasez de agua, la falta de provisiones, la carencia de la suficiente munición y la depresión de los soldados, esperando con ansiedad el desembarco de los norteamericanos, determinan que la defensa de la isla no era otra cosa que una estrategia madurada para retrasar la victoria de los Aliados y forzar una paz con Estados Unidos en igualdad de condiciones.

     Según Kakehashi, se trataba de una inmolación con connotaciones sagradas, (la posibilidad de la victoria nipona era inexistente) al demostrar con fervor la capacidad de sacrificio y la devoción a una teología feudal que enorgullecía a la sociedad japonesa, pese a las dramáticas consecuencias. La derrota en Iwo Jima era una victoria, la rendición hubiese sido una condena humillante que se transmitiría de generación en generación.

    La selección de epístolas que algunos familiares conservaron, otras que, sepultadas en la arena volcánica de la isla, jamás llegaron a su destino, describen con emoción contenida la sed de esperanza y el sometimiento a aquella misión defensiva que convierte siempre a la guerra en una forma de existencia insólita, sin posibilidad de reacción dentro de la determinación de las jerarquías.

    Si bien el texto es relevante por el interés histórico y antropológico que despierta la preparación de la defensa en Iwo Jima, Kakehashi olvida con intención el telón de fondo de este conflicto: la filiación del Imperio de Japón a la política exterminadora del nazismo. Peca entonces de una visión subjetiva que parece, en ocasiones, demonizar a los americanos, en otras, a los altos mandos del Imperio de Japón, sin aproximarse a las causas históricas que motivaron la participación de Estados Unidos en la II Guerra Mundial. Quizá sea el mayor defecto de esta obra aunque el trabajo etnográfico sobre el comportamiento nipón en la isla es admirable y estremecedor.

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