La escritura es un presentimiento. Nadie es capaz de nombrar el mundo. Escribir es atravesar la niebla. A veces recuerdo que mi abuela, que no sabía leer ni escribir, me contaba que cada charco es la promesa de un muerto que no se ha cumplido. Me quedo con esa mirada afligida, tenaz con la vida misma. Mi abuela era la literatura.
Qué bonito!
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