Assur, de Francisco Narla, es una novela que recupera con realismo y madurez descriptiva el género de las aventuras épicas. La invasión nórdica que amenaza la prosperidad de las tierras gallegas convertirá al joven Assur, cuya infancia ha sido truncada por la violencia vikinga, en un héroe que deberá superar diversas pruebas iniciáticas para reconciliarse consigo mismo y con una realidad bucólica y dichosa que ha sucumbido tras la invasión normanda.
El lenguaje de Narla se caracteriza por su agilidad en el desarrollo de las acciones y por su eficacia descriptiva, como muestra su lenguaje abigarrado, eminentemente literario, que indaga el paisaje. La madurez de Assur comprende esa búsqueda de la aventura que no está reñida con la calidad expresiva; una búsqueda que nos remite a los procesos de enculturación y mestizaje que escenarios como la guerra y la colonización motivan paulatinamente en las diversas etnias y pueblos.
En esta entrevista para Travelarte, el autor nos descifra algunas claves sobre el proceso de elaboración de este relato que nos reconcilia con una forma literaria, sobre todo literaria, de narrar aventuras históricas, lejos de modas actuales, sin suficiente calidad estética y que saturan el mercado. Agradezco al autor su compromiso con esta revista y su sincera preocupación por responder con rigor a mis preguntas.
P: Desde hace meses, las reseñas críticas sobre Assur enfatizan el carácter documental e histórico de la narración. Sin embargo, destaco el valor literario y la eficacia técnica de la obra por encima de lo histórico que, en algunos momentos, considero accidental o secundario. ¿Hasta qué punto ese enfoque exclusivamente histórico puede devaluar a la larga el gran trabajo literario de Assur como novela iniciática o de aventuras?
R: Lo cierto es que me temo que sólo podremos saberlo cuando pase un tiempo prudencial, pues la memoria y el interés de los lectores a lo largo de los años son los que otorgan esa clase de consideraciones.
A mí modo de ver, humildemente, las narraciones de este tipo deben cumplir tres premisas fundamentales: han de ser entretenidas, es deseable que tengan una buena calidad literaria y es imprescindible que sean rigurosas. En el caso de Assur creo que algunas críticas se han centrado en la documentación histórica de la novela porque intenté que en cada página se respirase ese ambiente medieval (algo de lo que disfruto como lector). Pero, de hecho, mis esfuerzos no sólo fueron en términos históricos, sino también en cualquier otro aspecto, como el de la vestimenta, las artes marciales, la gastronomía, la vestimenta, la navegación, la carpintería, la arquitectura…
Pero, resumiendo, no sé lo que el juicio del tiempo arrojará sobre Assur, yo sólo puedo decir que hice grandes esfuerzos por contar una narración de las de siempre, de las clásicas, un relato que revelase lo que Propp llamaba la tarea del héroe. Y sólo puedo esperar que, dentro de muchos años, Assur siga en las librerías, esa es mi mayor ilusión.
P: El propósito de la documentación sobre la cultura vikinga es dotar de realismo y verosimilitud a una historia de personajes míticos. ¿Acaso esa búsqueda del mito no es involuntariamente una confirmación del fraude y del espejismo que representa este inicio del siglo XXI?
R: Me atrevería a decir que no, al menos, no conscientemente. Cuando quiero hacer reflexiones de ese tipo las hago escribiendo ensayo, en las novelas intento ser coherente, sin más, contar algo apropiado del modo apropiado. Sin embargo, es obvio que los textos viven más allá de las intenciones del escritor y es razonable pensar que tienen lecturas distintas a las obvias.
Sinceramente, no me considero un pensador capacitado para realizar esa clase de afirmaciones, por lo que evito hacerlas. Creo que hay filósofos y hombres de cultura que pueden ayudarnos a reflexionar sobre temas como la decadencia del ser humano. Pero esa no es una tarea para mí, me resultaría inabarcable.
P: El escritor, aseguraba Sábato, no deja de ser una influencia de sus fantasmas. La descripción del paisaje como lugar de celebración y de muerte es relevante a lo largo de la obra. ¿Por qué subyace en Assur esa técnica minuciosa de la descripción a propósito de la naturaleza?
R: Porque la naturaleza es sumamente importante para mí, vivo en las montañas gallegas, rodeado de bosques, la mayoría de mis aficiones me ligan a ese maravilloso mundo natural y disfruto muchísimo con la contemplación de mi entorno. Además, siento que en una novela llena de grandes escenarios naturales, impresionantes, como las rías gallegas, los fiordos noruegos o las montañas de Terranova, es imprescindible dar lugar a descripciones que sumerjan al lector en las frías aguas del Atlántico Norte o que le obliguen a perderse en las planicies de la isla de Baffin.
Hay quien disfruta escribiendo y leyendo textos concisos, precisos, dedicados a la acción, sin embargo, a mí me gusta más el estilo visual de, digamos, por ejemplo, Dickens o Tolkien, creo, como lector y escritor, que es agradable que las palabras permitan imaginar el entorno de la acción.
P: En Assur, hay un relato de las culturas donde lo apocalíptico, la violencia y la sustitución de unos dioses por otros son inherentes a la propia evolución social de las comunidades. En este contexto, ¿quién es Assur al final de la novela para ti? ¿Un apátrida, el buen salvaje, un ser místico que, en el acto simbólico de la pesca, se reconcilia con los orígenes?
R: Me parece una pregunta muy acertada e interesante, ese es, en fin el meollo de la novela en términos personales e intimistas. Como comentaba, yo pretendía contar una historia coherente en la cual la trama argumentativa y las acciones que la construyen fuesen entretenidas, pero es fundamental dotar esos pasos de un alma, de un ser que sirva de unión siendo, de nuevo, coherente. Habrá lectores que disfrutarán de esa evolución interior del subtexto y otros que preferirán pensar en las grandes batallas, los duelos, las traiciones, también habrá algunos que disfruten a un tiempo de ambas cosas. Pero, como escritor, yo sabía que deseaba contar la historia de un hombre, de principio a fin, completar un ciclo. Así que, en ese acto simbólico de liberación, está, como bien indicas, la reconciliación, el reencuentro con lo perdido, la vuelta al origen.
P: A la hora de configurar tus personajes, detecto que la carnalidad y la humanidad son más importantes que lo que representan históricamente. ¿Acaso no existe una saturación de novelas que confunden verosimilitud con verdad histórica en vez de indagar sobre personajes y aventuras?
R: La verdad, no creo que sea yo quien deba juzgar algo así. Creo que juzgas acertadamente la novela y la formación de los personajes, siempre intento que tengan una profunda verosimilitud que les de complejidad, que les dote de alma. Pero, repito, no me veo capacitado para juzgar algo así más allá de mis propias historias. Gracias.
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