Esa tarde que se extingue tras los arbustos. Los animales resurgen de las pozas. Buscan heridas de luz entre la rocalla. Nadie escucha a nadie. Las campanas se hunden en las aguas. Lo que se evapora es el reflejo de un hombre que ha encontrado su árbol. Mañana lo encontrarán y, con los ojos enfoscados, algunos sembradores han de bajarlo a la hierba. Esa tarde que se extingue tras los arbustos no precisa de otra mirada.
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