Hoy no he quedado con Alicia en el quirófano. El sombrerero ha escuchado la letanía del búho nival y se ha convencido de que las autopistas son lanzaderas hacia la mutilación. Vomitan conejos los aparcacoches de Ray Strauss y los señores con abrigo de nutria se pasean por los desfiladeros esperando a que Alicia despierte de la anestesia. Hoy hemos comido lamprea y a la oveja gemela de otra que cuento una y otra vez antes de cerrar mi párpado enfermo. Alicia es una adolescente que ama el gore, las fiestas de pijama y a esos asesinos en serie que beben en sus celdas "sombra oscura, pájaro líquido que vertebra el bosque con su vuelo".
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