No puedes volver a Agde. Ya no queda nadie con quien conversar allí, cerca de la casa de la Rue Danton. Los recuerdos, aunque sigan vibrando en ti, no son la vida. Los fresnos se agitan aún cuando las gentes pasan camino al río o se afanan en los mercados. El mismo camino que recorrías persiste no sólo en ti, sino en aquellos que ya no pueden estrecharte.
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