En las clases de Gramática mueren los niños que corrigen los rumbos de algunos hipérbatos. No quedan más pelícanos en las azoteas. Han descendido a las calles sin otro fin que devorar los restos de los órganos fluviales. No entiendo que escuches a ese músico de flequillo sobre los ojos. Sacudes la distancia que hay entre nosotros y esa ciudad donde estos pájaros no podrán besar jamás a nadie. No hay carreteras sin apariciones. Ese músico de flequillo corto fue, en otra vida, la profesora que anestesió a los niños que aún hoy odian los hipérbatos hasta la muerte.
"Los niños del hiperbatón" buen articulo.
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