Recoges los restos de un pájaro entre las olas. Es el pájaro que fluyó en nuestro cuarto y observamos una vez bajo la bóveda. Nadie se percató de su sombra, ni de sus manchas oscuras bajo el vientre. Los árboles se cruzaron y el cielo incendiado se redujo a cenizas. En Agde, las mujeres de los talleres bordan animales en sus pañuelos. Alguno de ellos es nuestro pájaro que retorna de la deflagración.
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