Has concluido con este fuego, pues los pastos arden todavía y no queda nada nuevo después de rebasar la esclusa. Las sombras de las casas se proyectan en el vacío y la intemperie es el espacio propio donde desembocan las figuras. Prenden los signos por las brasas que permanecen en los restos. Lo que consume la violencia renace en la noche, con un fulgor invisible. No animes a las serpientes esta vez.
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