A mi prima Elia
Es incesante ese movimiento del fresno. Las hojas flotan en el aljibe. Las rodadas de algún carro son la escritura que necesita interpretar a solas como esas líneas de agua que el frío del mármol repele y resisten sobre la piedra. Todavía lo ama y los pájaros que se acercan al alféizar no son los mismos. La luz se desprende del mundo y las fotos de Tokio que hay sobre el diván desaparecen del mundo.
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