Nos han recluido en el oscuro bosque. Los ciervos no nos miran. Has echado de menos a los ausentes con los que hace años conversabas en este páramo. Ese árbol ha sangrado la luz del día y una mujer nos ha dado pan. Una vez, en este mismo lugar, vi a una mujer con una bicicleta. No era vieja. Llevaba un pañuelo al cuello y llegaba tarde a algún sitio. Esa mujer eran mi madre y mi abuela.
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