A Marcos y a Sonia
Mi primo tenía una vaca que pertenció a Wittgenstein. El juego de los posesivos arde en estas notas que acabo de leer. Sí, yo soñé con el filósofo y con algunas enzimas que no aparecen en el Tractatus. Es domingo y las palomas vuelan hacia la costa de los moribundos. Un sitio feroz, os lo aseguro. Lo que hiciera mi primo con la vaca es cosa suya. Echo de menos ese tono cobrizo de la hierba rala. Los tubérculos crecen sobre la mesa y Wittgenstein cierra su cuaderno para contemplar la maravillosa creación que surge de la nada.
Foto de Ben Richards |
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