Estoy cansado de dormir en colchones de paja. Los incendios arrasan el horizonte. Una humareda se extiende entre los tilos y los caballos desprenden su savia roja por entre los dientes. Alguien le ha sacado los ojos a esta muñeca que dormía conmigo. No han sido los cuervos, sino los herederos de la ceniza. No he querido confesarme ante el tótem, pero me temo que las langostas han devorado a la familia Burness mientras dormían la siesta. Yo, que dormía sobre la paja, no me he enterado mucho hasta que el humo ha llegado al establo con esa patética hija que come con las manos. Luces y sombras en el rostro de un detective que investiga el asunto mientras el fuego no cesa de devorar.
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