Has elegido esa dirección de Electum Conventum. Nadie va a apuntarte, nadie va a apretar el gatillo para acabar con tu dolor; no hay truco para gente como así que elige hojas de hierba antes que el plomo fundido. Has reconocido a tu hijo entre los miserables reptiles y no has podido llamarlo. No quedan palabras que pronunciar en esta situación real que nos empuja a las cenagosas aguas. Retira esa mano con guante blanco; recoge los bártulos y apoya la espalda en la pared. A ver si hubiera suerte y una bala te obligara a cambiar de actitud.
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