Devuélveme a ese espacio de las confusiones. Alimento allí al perro que nacerá del ciempiés. Soy la visión de la que huyes desesperadamente. Las águilas cruzan el aire y, en este cuarto, los enanos toman té con una Alicia boca abajo. Yo no lastimo a las sombras que huelen a azufre. No golpeo las puertas de este territorio que surge de mi memoria. Pulpos sobre los cuerpos. Mujeres con sus carricoches sortean las depresiones de Zimut.
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