Recuérdame que te levante la cabeza cuando la hundas en el charco. Las carpas venerarán tu rostro. Te nombrarán Isis. Cae la tarde sobre las terrazas y los dedos de ceniza se disuelven en el aire. No temo que me mires y que interpretes como violenta esta actitud. Los consejos de Mr. Smith me han venido bien para enfrentarme a ti y para limpiar las cucharas de plata.
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