Un disco de vanguardia que rinde tributo al country
Mutations refleja esa habilidad innovadora que el músico americano desarrolla en todos sus trabajos, sumando a su estilo pop, matices y diversas sensibilidades de otros estilos que han cautivado la educación musical del artista. En este disco de 1998, sin renunciar a la tradición del pop más sólido, Beck añade melodías y ritmos propios del country.
Un acento telúrico y tradicional sugiere unas letras con un marcado tono surrealista en canciones como Cold Brains o Bottle of Blues. Si algo caracteriza la música de Beck, es esa capacidad camaleónica que introduce en cada de una de sus composiciones, llenas de lirismo, de fuerza brutal que, a veces se desata como en Diamond Bollocks y, en otras ocasiones, se contiene para profundizar en una hermosa balada de gran hondura sentimental como Nobvody´s Fault But My Own. Su hipnótica voz y ese sutil rescoldo de un grunge trasnochado persiste en este disco. La poesía de sus letras se acomoda a esas atmósferas disonantes que tanto caracterizan a la música de Beck, pero con la melancólica herencia de Nelson o Seeger.
Un country que profundiza en oscuras canciones, lentas y marcadamente acústicas, que nos devuelven a esa autenticidad que, al margen de las modas, Beck presenta en este Mutations. La producción a cargo de Nigel Godrich, que también colabora con el famoso grupo Radiohead, parece haber influido en el resultado final de este disco que, después de tantos años, me permite creer en esa música pop dirigida a la inmensa minoría.
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