Muerdes la raíz y sabe a azúcar. Tu cuerpo está empezando a oler. nadie te ha construido como esa genial partícula invisible de la que nacemos todos. Bebes el agua y te peinas delante del espejo. No eres una muchacha corriente. Tus ojos recuerdan las luciérnagas que ardieron en el bosque. Yo llevaba la lata de gasolina y tú te entretenías devorando termitas y urogallos. En casa, no dijiste nada sobre tu nueva dieta. Y Chihiro te esperaba sentada en nuestro sofá de piel de caimán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu Opinión es Importante, Deja Tu Comentario: