Eras tan romántica como aquel piano de cola. Eliane me besaba a escondidas y tus celos eran tan tremendos como el tiranosaurio de luz. Los pulpos sobre la encimera agonizaban y tus párpados eran las mariposas turbias del amanecer. No puedo escribir más metáforas absurdas y el crecepelo que dejaste en el desván ha despertado y ahora se dirige hacia nosotros, pero tú sigues tan tranquila, sedada por tu propio reflejo en el espejo. No dejes de pintarte. Luego no asesines a Eliane ni a su eczema parlante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu Opinión es Importante, Deja Tu Comentario: