Mi reseña en Mundiario sobre El mundo después del cumpleaños, de Lionel Shriver.
Fotograma de Las amargas lágrimas de Petra von Kant de Rainer W. Fassbinder |
A Asun, por darme a conocer Tenemos que hablar de Kevin
Publicada en Anagrama, El mundo después del cumpleaños expresa la complejidad de unas relaciones humanas abocadas al desengaño cuando la irracionalidad de los sentimientos arrasa con todo compromiso. Una crítica severa a la pasividad de la clase media que encuentra en la traición y en la promiscuidad una clase de pasatiempo para hacer más estimulante la existencia. Guerra de parejas, crítica política, alcohol y el juego del snooker como metáfora del destino son tópicos que, de la maestría de Shriver, generan una red de interconexiones entre personajes que nada tienen que perder, acostumbrados a una rutina que los va consumiendo lentamente. El amor sincero y la amistad inquebrantable son motivaciones pasajeras.
Irina y Lawrence son una pareja que queda todos los años a cenar con unos amigos, Jude y Ramsey, con el fin de celebrar el cumpleaños de este último, un estupendo y afamado jugador de snooker que siempre pierde las finales de los campeonatos nacionales. Irina le es infiel una noche a Lawrence con Ramsey, quien parece estar perdidamente enamorado de Irina. A partir de ese momento, las vidas de las parejas se truncan y un nuevo juego de posiciones se activa en el desarrollo argumentativo.
Sin embargo, la añoranza de esa vida tranquila al lado de Lawrence para hacer mella en la psiqué de Irina. Los excesos de Ramsey condicionan la biografía de su nueva pareja, cuya existencia, a partir de la última fiesta del cumpleaños, desemboca en un crisol de sentimientos hasta ahora desconocidos para ella.
Lo que destaco de la escritura de Shriver es esa extensa biografía que detalla para cada personaje al introducir un atractivo mosaico de estímulos, preferencias intelectuales y problemas cotidianos que la autora americana crea en otras novelas-río como Big Brother o Todo esto para qué. Para la composición de estas apasionantes biografías, recurre Shriver a la ironía en unos diálogos inteligentes, matizados por una sensación de derrota continua cuando los personajes deben adaptarse a un destino imprevisible que con demasiada frecuencia acerca y distancia a este cuarteto. El intelectualismo de Lawrence y el humor escabroso de Ramsey ponen en crisis las costumbres sociales y los valores morales de una clase media londinense que se mueve por intereses crematísticos y por su desapego a la responsabilidad. Negar la madurez es un tema que socava los cimientos de unos seres que, nada seguros de sí mismos, simulan una felicidad en verdad inexistente.
Con El mundo después del cumpleaños, Lionel Shriver expone que la frivolidad y el fingimiento son a veces preferibles antes que mostrar cara a cara nuestra podredumbre, también nuestras apasionantes virtudes como seres sensibles. Shriver vuelve a profundizar en la necesidad del ensoñamiento y de la improvisación para mantenerse a flote cuando las obligaciones morales y los deberes dentro de la pareja parecen estar envenenando el alma de Irina.
"Desnudo, Ramsey cruzaba la habitación del hotel dando zancadas como una criatura en su entorno natural, y no más obligado a vestirse que un ciervo en el bosque. Ese aroma a azúcar quemado era cautivador, y a veces Irina se acurrucaba para olisquearle a conciencia la base del cuello como si oliera un horno caliente y abierto. Objetivamente, Ramsey Acton no era el hombre más guapo del universo. Ya empezaban a salirle canas; su cara podía pasar fácilmente de una edad a otra, pero una de sus modalidades era la de un hombre agobiado por las preocupaciones. Cierto, era una de esas personas irritantes que podía comer y beber todo lo que se le antojaba y no engordar nunca ni un gramo, y que conservaba los músculos firmes de un atleta sin hacer jamás un solo abdominal" (pág- 317).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu Opinión es Importante, Deja Tu Comentario: