Sé que Candy juega con sus sonajeros y con su vecina Carla, indolente castigadora de peluches a los que amenaza e incendia. Sé que Candy golpea la pared porque está hasta los mismísimos de unas páginas que no entiende del Tractatus y de esa sonrisa pujolista que el mensajero esboza cada vez que la ve. Candy tiene la culpa de que eso suceda porque lleva unas mallas que quitan el hipo y, cuando habla, lo hace susurrando alguna metáfora de Neruda en mitad de una frase. Carla está celosa pero debería estarse quieta porque tiene suficientes antecedentes penales como para parar un tren. Dicen que la vieron con la cabeza de un antiguo novio bajo el brazo como ese cartel de Hostel 2 que tanto gusta a Candy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu Opinión es Importante, Deja Tu Comentario: