No soy el muerto viviente que guardas en el armario de la cocina ni esa caja con cucarachas anestesiadas. No. Soy el ciervo que busca las corrientes de agua. La aniquilación en persona y en árbol. No dejes que los nudos te presionen, ni que, sobre tus hombros, vuelen esos albatros que se lanzan luego contra los coches. Es invierno y eres tan hermosa.
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