El silencio de las aguas nos mantiene en vilo. Ebrios de la niebla, los gatos salvajes descienden por las motas. Alguien que exige tanto para respirar, como quien se oculta tras las cañas, no sabe cuánto nos aguarda. Hay plomo bajo el suelo. La noche ha tardado lo suyo para borrar nuestras apariencias. Quizá, nunca sabremos que la ceniza pudo engendrarnos para permanecer hasta ahora.
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