Transcurres por esta senda. Las ramas se inclinan y se sumergen las bestias. Aún permanecen ahí las ristras y otros alimentos. Nada queda, sin embargo, de aquella orilla cercana donde nos bañábamos. Era todo azul y rojo. La polvareda de semillas llegaba previsible hasta nuestros bártulos. No nos preocupaba nada y así era siempre en las aguas de los azudes. Bajo las palmeras, algunos perros y el pozo.
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