Como se decía en el clásico, las grandes respuestas de la vida se encuentran en el cine. En la serie The Wire escucho: "Si sigues a la droga sabes lo que te vas a encontrar: traficantes, drogadictos... pero si sigues al dinero te puedes encontrar cualquier cosa".
Hace años hablé con un francotirador que había estado en Bosnia y me dijo lo siguiente: "El hombre es un asesino, siempre lo es. Da igual que apoyes a Gaza o a Israel. Da igual que te pongas la kufiyya al cuello o lleves la camiseta del Ché. Siempre acabamos matando, si no es por una cosa, es por otra. Por tu bien, ponte del lado de los que ganan".
Lo que sucedió en París es la constatación de que, citando de nuevo a la serie The Wire, "si vives en la tierra, al final te ensucias". Nuestras libertades tienen un precio, nuestras democracias tienen un precio, ser adicto a The Big Bang Theory tiene un precio y llevar a tus hijos a clases de danza tiene un precio. La gente mata, sencillamente porque es un negocio y tenemos suerte de estar en el lado de los que ganan.
A diferencia del cristianismo, el Islam no ha tenido exégesis, no ha tenido a filósofos como Santo Tomás o San Agustín que depuraron la mitología y la ensoñación del Nuevo Testamento. Pero eso es la punta del iceberg de un proceso de degeneración social y política donde lo verdaderamente importante es matar por dinero. Sabemos que los radicales islámicos matan sobre todo a los suyos y que esa falta de exégesis está detrás de su mensaje destructor contra los infieles. Pero esa cruzada es un negocio para muchos, para muchas empresas, para muchos gobiernos europeos y americanos que sostienen sus mandatos porque el yihaddismo es una marca auténtica de compraventa de territorios, califatos y mercados. Pero sucedería lo mismo si la ventaja la tuvieran quienes se inmolan y a quienes representan.
El ciudadano europeo tiene que saber que su paz social depende del afán destructivo del ser humano y de su capacidad dominadora para extraer todos los recursos posibles de otros territorios. Suerte que hemos nacido en este lado del hemisferio, pese a lo de anoche, porque los otros van perdiendo y mucho, y ahora el negocio va a ser mayor conforme se agudice la crisis entre Oriente y Occidente.
Cuando ingreses tu dinero en una cuenta, sé consciente de que su destino es inimaginable y que la muerte, cualquier muerte de estas características, es un negocio en París y en Kabul. Quizás tu dinero esté detrás. Sé consciente de que no puedes decidir nada sobre tu destino y sobre los tuyos, ya lo has comprobado anoche. No puedes decidir sobre tu dinero, que es lo importante después de todo. Los radicales que se inmolan también lo hacen por negocio, porque detrás de ese mar de vísceras en la que se convierten después de atentar, hay un paraíso que sostiene un lobby, una marca, un logo que consume y mucho, y puede que tu nómina tenga algo que ver.
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