"¡No voy a convertirme en un vampiro..."

El ensayista Puig opina sobre mi libro de terror para adolescentes: ¡No voy a convertirme en un vampiro, ni en nada que se parezca!. 

"¡No voy a convertirme en un vampiro...", de Manuel García Pérez | Javier Puig

    “¡NO VOY A CONVERTIRME EN UN VAMPIRO...” me ha parecido un libro que se sustenta en unos enfoques originales y diversos que lo hacen muy ameno. Aunque en estas historias se pretenda cierta demorada clarificación, favoreciendo así la intriga, en general resultan fácilmente inteligibles y enganchan al lector desde el principio. 

    "El videojuego" es una historia muy realista que alerta sobre los peligros de esta adicción. "Cuando un zombi se queda en casa", es casi una parodia del género. El lenguaje de "El patio" es especialmente poético y describe una peculiar relación amorosa, como también ocurre en "Susurros", que transmite la tristeza causada por una muerte que ha dividido a una pareja, situando a cada uno de sus miembros en las diferentes dimensiones de la vida y de la muerte, con un logrado punto sobrecogedor, un hálito emocionante. En "Descarriado Tarantino" me parece excelente y novedoso el recurso de introducir comentarios entre paréntesis que reflejan muy bien la mente dispersa y atropellada de un adolescente pasional; su estilo es jovial, con toques humorísticos. "Cocodrilo" narra una historia que remite a las sociedades rurales oscuras, donde perviven la superstición, la brutalidad y los prejuicios. "Un cadáver en el bosque" – aunque presumamos su desenlace – mantiene un tono inquietante muy efectivo. "La reina del baile" muestra la cara oculta y despiadada de un espejismo amoroso.

    Los dibujos de José Aledo se ciñen al motivo de cada relato pero, al mismo tiempo, añaden un factor creativo, una visión complementaria, que enriquecen el conjunto. 

    En definitiva, un libro que no renuncia a la belleza literaria, con virtudes apreciables por un lector adulto, pero que está acertadamente pensado para satisfacer a un público juvenil ávido de una imaginación que no se desligue de las proyecciones de su propio mundo.
¡Enhorabuena al autor!

Gracias, Javier Puig.