Reseña de José Antonio Cayuelas Grau y mía sobre la película dirigida por Stanley Kubrick, Atraco Perfecto.
“… La gente nos rogaba que hiciéramos una historia lineal. Pero tuvimos el sentido común suficiente para darnos cuenta de que esa estructura era lo más interesante de la historia.”
James B. Harris (productor de “Atraco Perfecto”).
Reseña | Fuente: MinutoCero |
Primera, segunda, tercera, …, así hasta la séptima carrera. Con ella aparece Kairós, el momento favorable, la oportunidad idónea para que ellos también puedan soñar. Ellos son ese grupo de personas unidos por sus sueños de escapar de esa condición social y personal que les atenaza: un cansado policía al que le gusta vivir bien; un camarero que no puede pagar la salud de su esposa; un hombre insignificante que nada es para la mujer destinataria de sus atenciones; un viejo taquígrafo que encuentra en Clay el asidero a la vida, y Johny Clay quien en su rostro lleva las marcas de una y otra apuesta en pos del caballo ganador.
“ninguno de ellos es rico, todos andan metidos en líos”
Pero Kairós no es Chrónos, pues el primero es la idea lógica del tiempo que la ciencia asume como concepto; es el tiempo común de todos nosotros, el que a través de los insondables caminos labrados en la tierra siempre avanza. Aquel no es científico, determinado, regular; por el contrario, es esquivo.
Kubrick se nos presenta como demiurgo, creador del juego del tiempo y, como Aión, se nos identifica con la eternidad. Quiebra la línea del tiempo, lo dilata y comprime, lo hace saltar adelante y atrás a su gusto hasta llegar a esa séptima carrera, hasta mostrarnos la gran oportunidad. Una oportunidad efímera pues los designios del tiempo son inexorables. Así, cada salto del tiempo, cada juego de Kairós, se asemeja a una afrenta al orden, una bofetada a Chrónos. Y éste, ofendido, reclama la acción de las Moiras para que sin ambages hagan que se cumpla el destino de cada cual.
En esta apuesta por el tiempo, el beneficio del atraco procede de las apuestas, se nos entrecruzan la anodina existencia de cada uno de los personajes a modo de las ruedecillas del mecanismo de un reloj. Cada uno de ellos actúa independientemente, pero, sin la acción conjunta de todos ellos, nada puede conseguirse. Sus acciones señalan el tic-tac que les hace caminar hacia el cumplimiento de sus sueños. Pero no hay tiempo para soñar, todo se desvanece ante la red tejida por Cloto que no hace más que seguir las indicaciones de Láquesis ante la inflexibilidad de Átropos, disfrazada de impertinente “dama con perrito”.
Como los sueños, “Atraco perfecto” es en blanco y negro. Como en los sueños, sus personajes se ven atrapados en el tiempo y en él se mueven a ritmo de tic-tac, tic-tac…
Manuel García Pérez y José Antonio Cayuelas Grau
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