El billete de mayor valor en euros es también uno de los más numerosos en circulación |
No lo acepto. Me niego a que un político use frases del tipo: “Estamos en crisis”, “Sufrimos la mayor recesión de la historia de España”, “Afrontamos estas reformas con responsabilidad”. No lo acepto. En España, hay muchos que no sufren la crisis y son dignos de un memorial de esperpento: banqueros retirados con pensiones millonarias, políticos imputados, subdirectores de Consejerías de Cultura, concejales de urbanismo, jugadores de balonmano, expresidentes del gobierno, ministros que escriben sus memorias, sindicalistas, vendedores de seguros, jueces que cazan en cotos privados, consejeros de compañías eléctricas, asesores financieros, rectores, periodistas del culebrón y del topacio.
Hay españoles que son felices, que no sufren ninguna crisis, que no madrugan, que no dan vueltas en la cama por la noche, que no toman Lexatin ni Prozac, que no tienen hijos minusválidos. O hijos que van a aulas prefabricadas. Son españoles que, a diferencia de esa señora que tengo aquí delante, en la cola carnicería, no compran jamás huesos para perro con los que, desde hace unas semanas, hacen los caldos de la semana para toda la familia.
No lo acepto. Hay españoles felices. No “sufren”, aunque, delante de los micros, digan con aire torturado que “sufrimos”. Un cuerno. No tienen bolsas de arroz Hacendado en el armario de la cocina ni están casados con mujeres que borran con una goma Milán los libros de texto del año pasado. Así que tiene razón ese rancio tertuliano que suena en el ambigú: hay españoles que han vivido y siguen viviendo por encima de sus posibilidades.
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