Empezaste poniéndome el bozal y yo quería el collar de perro. Bajo las nubes imantadas, los alces rezaban su particular oración de vegetales y raíces. En la ciudad, los cañones de las pistolas aún estaban calientes. Los que sobrevivieron añoraban ir al bosque y yo, que quise ponerme el collar de perro para desfilar, fui raptado por tu manera de mirar el mundo, la manera perniciosa con la que miran las muñecas hinchables de Rydom Avenue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu Opinión es Importante, Deja Tu Comentario: