Cuando preguntaron a la religiosa por el número de insectos que había tras el armario, contestó que solamente era uno y que hace años se llamaba Gregorio. La marea está alta y Taylor Swift contempla el cadáver del oso en la orilla. Hemos aprendido a dejarlo todo para el final y, si sacas malas notas, Taylor, vendrán los demonios a visitarte y a colgar sobre tus hombros ese abrigo de piel humana que regala Zeus a los guerreros espartanos.
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