Luchando contra la sombra del cuerpo que rompe la línea. Los soldados no se miran en los espejos, rúbrica de la luz, destello preciso sobre la horma de un árbol que existió en esta penumbra. Todo es silencio y equívoco, el espejismo transcurre y la nave va donde los dioses no han sido invocados. En el palacio del cisne, comentan que no hay reducción al absurdo posible.
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