Desvalidos, dejaban la orilla y torpemente cruzaban esa línea azul que asustaba a los insectos. Las mujeres cayeron primero sobre las balizas de paja. El crepúsculo era una señal que extrajo la sombra del vacío y, tras los cruces, otros seres a cuatro patas buscaban el refugio. Pero la oscuridad los había delatado y ahora un ojo invisible los vigilaba serenamente. Kafka buscaba en la subida una forma de expresión, que la obra inacabada fuese incluso destruida.
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