Rudolf Barshai, el director de orquesta, dejó claro que su maestro, Shostakovich, no quería que sus alumnos corrigiesen con goma y lápiz, porque una obra se incuba dentro de ti, se alimenta de tu alma, vive contigo, cambia contigo. Una obra de verdad es tan personal que no necesita ser reflejada. Desde aquellas declaraciones de Barshai sobre su maestro, escribo de memoria. No tomo notas, no uso post-its, todo va conmigo hasta el desenlace fatal.
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