No he sido nada para ti. Los columpios permanecen inmóviles. Por la puerta, entra la luz que deshabita los lugares concurridos. En el cajón, guardo la bala de plata. Los niños aún duermen y la noche es demasiado paciente con seres tan incrédulos como yo. No se puede mejorar. Las flores se volvieron rojas aquella vez.
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