sábado, 30 de mayo de 2015

Locos y caverna

   Los locos se arrimaron por sí solos a la caverna. El cuerpo que ellos veneraban lo habían visto antes en algún cartel que borraba la decencia de la calle. Las melodías eran turbias por entonces en cualquier sitio y el café tenía un extraño extracto de algas que confundía con tus besos sin lengua. El cuerpo que los locos veneraban había circulado por mi saliva y, ahora que ellos iban a morir, estimaba que no perdí el tiempo haciendo el amor contigo.



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