Foto de Natalia Deprina. |
En el espacio en blanco que quedaba entre tus labios y los míos se escribía la palabra que aún nombra a cada cosa. La música de Schubert cerraba tus párpados. Nada era violento sobre la hierba. El aroma a resina nos embriagaba y, cada vez que te besaba, los leopardos recorrían el círculo. Todo estaba inundado por la amable luz. Tus ojos rezaban y tu pecho se agitaba cuando me separaba de ti. La lluvia de hojas amarillas alcanzaba el lago. Éramos el origen de todo y el bosque crecía en ti. Miré a lo lejos y supe entonces que también existías en el interior de los troncos carcomidos.
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