El bosque nos pertenece. Tu lengua penetra en mi boca y presiento que es la última vez. A nuestro alrededor, las agujas de pino se elevan y alborotan los pájaros de plumas grises. No es un espejismo. El beso es una escritura sobre la saliva y sobre la oscuridad. No importa que las palabras sean insuficientes si el abrazo nos alcanza hasta herirnos. Hemos vencido a los pensamientos sobre nuestra muerte. Somos una partícula indivisible que progresa hacia ese confín inédito del cosmos. El bosque es la inmensidad y nuestros cuerpos, ahora que reposan uno sobre el otro, vibrando tras el flujo de agua, son demasiado frágiles. Quizá un fragmento del sueño que los lobos aún no saben descifrar.
Frágil pero poderosa forma de abrirnos el alma. Pasional torrencial, rebelde...
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por tus palabras.
EliminarNo me atrevería a descifrar del todo tu escrito, pero sí puedo decir que emociona y genera sensaciones, una mezcla de adiós y eternidad que produce cierto desasosiego. Besos
ResponderEliminarMuchas gracias. Es lo que intento en mi poesía; crear espacios de incertidumbre. me encanta que me leas y comentes, Karyn.
Eliminar