Pedro Sánchez, secretario general del PSOE. |
Escucho a Pedro Sánchez. Veo a Pedro Sánchez. Son muchos años dedicándome a este oficio perverso del análisis del texto y de la imagen. Veo demasiados asesores. Mucho postureo, como dicen mis alumnos. Su verbo es fácil. Hay demasiada seguridad en lo que dice y mucho por desvelar. Pedro Sánchez me recuerda demasiado a los líderes de Podemos. A mí me gustan los líderes imperfectos, sensibles, obsesivos, maniáticos, a lo Churchill. Creo que Pedro Sánchez ha nacido en una España que no conoce porque le ha ido bien en la vida.
No sé si el PSOE desde dentro las tiene todas consigo. Me temo que no por lo que dicen el PSOE de Andalucía que, sin saber dar solución a las corruptelas, apaga fuego con gasolina. Solamente hay que escuchar a Susana Díaz.
Creo que hay un esfuerzo denodado porque los líderes de los partidos recuerden a los líderes televisivos como Jorge Javier Vázquez, Mariló Montero y Oprah Winfrey. Y ya se sabe: video killed the radio star. A mí me gusta que a Pablo Iglesias algunos periodistas lo pongan contra las cuerdas porque quiero que los políticos muestren sus inseguridades. Que sean verídicos alguna vez. Los discursos de la prosperidad y la esperanza han sido aniquilados por una realidad demasiado brutal donde los empresarios se lanzan con sus coches contra las sedes de los partidos y donde los becarios de ingeniería genética sirven panchitos en Casa Manolo. Hace tiempo que murieron los profetas y ya no hay conejos en la chistera, aunque Rajoy me cuente la milonga de que la crisis se ha terminado. No, la crisis empieza ahora. La reconstrucción es la verdadera crisis y va a ser terrible.
Rajoy no da ruedas de prensa y no sé. Pedro Sánchez parece inmortal cuando habla y a mí no me gustan los dioses.
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